Las nueces también aportan agentes oxidantes como la Vitamina E y, en menor cantidad, Vitamina A y Zinc, que tienen como función principal inhibir los procesos de oxidación de las membranas de las células que se producen cuando la piel envejece con el paso del tiempo y está afectada por radicales libres como las radiaciones, la contaminación y el ozono. Estos agentes oxidantes previenen la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados, evitan la degeneración de las fibras elásticas y las de colágeno, y aumentan la capacidad de retención de agua, un factor fundamental para mantener la hidratación de la piel.
Otros nutrientes minerales que proporcionan las nueces son el Hierro y el Magnesio que favorecen el estado de la piel, los cabellos y las uñas. Por ejemplo, el Hierro ayuda a reforzar la consistencia quebradiza de las uñas y, junto con el Zinc, contribuye al mantenimiento del buen estado del cabello. Por otro lado, el Magnesio es necesario para la función de numerosas reacciones bioquímicas de los procesos de síntesis de los tejidos.
La piel cubre la superficie externa del cuerpo humano y es el órgano más extenso y pesado de nuestro organismo. Las propiedades de resistencia, flexibilidad y elasticidad que tiene la piel son debidas a su propia estructura, formada por una capa más externa o epidermis, otra subyacente o dermis, y la hipodermis o capa protectora y frontera con otras estructuras tisulares. Las nueces son frutos secos que constituyen un buen ejemplo de alimento saludable de la dieta mediterránea, considerada el modelo nutricional más sano. Especialistas médicos y expertos en nutrición recomiendan cada vez más su consumo como parte de la dieta habitual por su alto contenido en ácidos grasos poliinsaturados que ayudan a reducir el colesterol y las enfermedades cardiovasculares.
Un reciente estudio realizado en el Hospital Clínic de Barcelona, y publicado en la prestigiosa revista Annals of Internal Medicine, ha demostrado que añadir un puñado de nueces diariamente a la dieta -de 8 a 12- en sustitución de determinadas grasas ayuda a reducir hasta un 11% el riesgo cardiovascular.
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