Investigadores de la Universidad de Pittsburgh (Pennsylvania) comprobaron en pruebas realizadas con personas de edad avanzada que, incluso una persona de noventa años, puede mejorar el estado de sus arterias gracias al ejercicio.
El estudio, dirigido por la investigadora Rachel Mackey, demuestra que en personas de edad avanzada no es necesario un ejercicio fuerte y basta con “estar activos”, para mejorar la situación arterial. La arteriosclerosis es un tipo de enfermedad que se produce en las arterias, debido a su aumento de grosor y pérdida de elasticidad, y están relacionadas con la hipertensión, los valores elevados de colesterol, el tabaquismo, la diabetes mellitus, la obesidad y la falta de ejercicio. Antiguamente, esta dolencia la denominaban endurecimiento de las arterias y se relacionaba también con las personas mayores de edad, pero los autores de este nuevo estudio afirman que, no por llegar a mayor, una persona debe sufrir necesariamente ese deterioro en las arterias.
En la arteriosclerosis, la más común de las enfermedades de las arterias, se acumulan depósitos de células grasas bajo el endotelio o capa interior de las arterias. Los depósitos, llamados ateromas, reducen el flujo de sangre a través de la arteria dañada y, en dependencia de dónde se encuentre el conducto, podría dar lugar a un infarto cerebral o a un infarto de miocardio.
Los investigadores de la Universidad de Pittsburgh, según han explicado en la revista American Journal of Hypertension estudiaron a 356 hombres y mujeres entre setenta y noventa años. Además de calcular el grado de actividad diaria que desarrollan, desde acudir a la compra, cortar el césped o pasear en el barrio, los investigadores midieron la elasticidad de sus arterias mediante un sistema que mide la velocidad de las ondas causadas por el corazón. Cuanto más rígidas están las arterias, más rápido se desplazan las ondas creadas por el corazón y viceversa.
Según señalaron en la publicación científica, comprobaron con sorpresa que las personas de edad más avanzada no presentaban necesariamente mayor rigidez en las arterias. La actividad y el ejercicio acompañaban a la mayoría de los casos de mayor elasticidad en los conductos sanguíneos.
Los investigadores subrayaron la necesidad de combinar una dieta equilibrada con el ejercicio para contrarrestar los efectos del endurecimiento de la arterias y prevenir así enfermedades cardiovasculares, que son la causa número uno de muertes en los países desarrollados.
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