Loa usuarios no tendrán dudas, ya que todos los cosméticos con una duración superior a los 30 meses deberán incluir en su etiqueta un símbolo con la indicación de la fecha de uso preferente una vez abierto.
Es el primer efecto de la directiva adoptada en febrero pasado por el Consejo y el Parlamento Europeo sobre cosméticos, un sector que el pasado año facturó en España 3.690 millones de euros entre perfumes, cosmética decorativa, cuidado de la piel, cuidado del cabello y artículos de aseo.
La nueva directiva incluye un apartado sobre la caducidad de los productos que, aunque menos polémica que la prohibición de utilizar animales en los ensayos cosméticos presente en la norma, resulta de gran utilidad para el consumidor.
La indicación es necesaria porque, una vez abiertos, los productos entran en contacto con el exterior y contraen riesgos de degradarse.
Según explica el dermatólogo Jorge Peiry, del Hospital Bellvitge de Barcelona, las dos causas principales para que un cosmético se estropee son la oxidación de alguno de sus componentes por contacto con el aire y el riesgo de una contaminación microbacteriana.
Los efectos nunca son iguales, ya que los componentes oxidados pueden provocar una reacción en una persona y ninguna en otra, según la sensibilidad de la piel.
“Una persona puede tener un eccema o una dermatitis por ser más sensible a la oxidación de un componente que otra en la que no se producen efectos”, señala el especialista. Los fabricantes aseguran que las pruebas de estabilidad realizadas en los laboratorios determinan la vida de un producto, que se comercializa con todas las garantías de seguridad.
Según explica Carmen Esteban, portavoz de la Asociación Nacional de Perfumería y Estética (Stanpa), “todos los productos de belleza en general son de muy larga duración y se considera que su periodo de caducidad es superior al de su estancia en las estanterías por imperativos de la moda, entre otras razones”, explica. Pero, una vez abiertos, son vulnerables a la contaminación, sobre todo si se han sometido a una manipulación inadecuada, como utilizar una crema con las manos sucias o conservarla en un lugar demasiado caluroso, añade Esteban.
En cualquier caso, los fabricantes restan importancia a los efectos de una crema caducada, ya que “se trata de bacterias poco consistentes y que ocasionarían algún tipo de efecto en la salud si se ingirieran, algo que no sucede porque la cosmética es siempre de uso tópico”.
Este último es el que penetra en la epidermis y ejercen algún efecto sobre ella.
Y en este apartado la gama de componentes es amplísima y crece según avanza la investigación. Entre ellos están los de origen vegetal -extractos de plantas que activan la circulación de la sangre como la nuez del ciprés o de las hojas de morera-, animal -desde colágeno y elastina del tejido conjuntivo de las vacas hasta ácidos de la cresta del gallo- o producidos en los laboratorios.
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